Privilegios
- Juan Carlos Bujanda Benitez
- 25 mar
- 2 Min. de lectura
Por Juan Carlos Bujanda

Define tus términos, decía Sócrates antes de embarcarse en una discusión, ya que sin este requisito cualquier cosa puede significar lo que sea; esto es lo que esta sucediendo últimamente con la palabra: Privilegios.
La RAE lo define como: “Exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia.”
Aun con esta definición puede haber espacio para ambigüedades, pero la forma como la utilizan los políticos, medios de comunicación y redes sociales parece ser ya un termino peyorativo o despectivo. El problema esta en que se usa para describir no solamente la posición ventajosa de un estatus social o económico, sino incluso para describir el resultado de un esfuerzo personal.
Este nuevo insulto se aplica especialmente para empresarios a los cuales se les acusa de defender sus “privilegios” a costa de la clase trabajadora, pero incluso, llevando el argumento al limite, también se acusa de lo mismo a estos trabajadores por querer ganar más dinero para comprar más y mejor vestimenta o calzado o, para querer mejorar su calidad de vida en general.
De la misma forma se acusa a la clase media, así en abstracto, de querer defender sus “privilegios”, como si la condición económica alcanzada fuera fruto de una graciosa concesión de un partido político en lugar de fruto del esfuerzo y del trabajo.
Pero la cosa no termina ahí, también a los que quieren mejorar su condición educativa por medio de escuelas privadas o extranjeras, o simplemente una mejor escuela se les acusa de lo mismo, quieren tener el “privilegio” de ser más educados.
Se maneja el concepto de privilegio como una concesión especial en lugar del fruto del ejercicio de un derecho; el derecho a buscar una mejor forma de vida por medio del trabajo y el estudio no tiene nada que ver con privilegios, al menos no en términos generales. Cierto es que muchos consiguen escalar su posición social o económica por medio de corrupción y delincuencia y en este caso si se trata de privilegios, pero la mayoría de la población lo hace por medio del ejercicio de sus derechos.
Un privilegio es en cambio los nombramientos de puestos públicos para parientes y amigos (nepotismo), independientemente de la calificación de los mismos para ocupar dichos puestos.
Un privilegio es regalar el dinero del gobierno para jóvenes que no trabajan ni estudian.
Un privilegio es justificar lujos y gastos de viajes innecesarios para políticos por el mero hecho de decir que representan al pueblo.
Un privilegio es utilizar los medios de comunicación del estado para hacer publicidad y disfrazar incompetencias en el ejercicio del poder.
Un privilegio es utilizar el poder de la fuerza publica para censurar y castigar a quienes piden cuentas y balances y denuncian lo opuesto.
Un privilegio, además de hipocresía, es satanizar el deseo de superación personal de la población en general y mandar al mismo tiempo a sus hijos a escuelas privadas y darse vida de lujo en el extranjero.
El deseo de superación económica y social es un derecho, el estigmatizar este deseo como aspiracionista es un privilegio.
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