La IE es el simple hecho de desarrollar la capacidad interna de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones, pero también las de los demás. Se trata de una habilidad que cobra en la actualidad un papel medular dentro de las organizaciones. Hemos explicado la competitividad que existe en el mercado laboral.
Esto, sin duda, demanda a los profesionales, no sólo abarcar los conocimientos intelectuales, los grados académicos y la experiencia, sino también la capacidad de desarrollar habilidades socioemocionales y conductas prosociales como la empatía, la resiliencia, la adaptabilidad.
Esto abre la posibilidad de comprender las necesidades de los colaboradores y miembros de su equipo.
Desarrollar la sensibilidad para relacionarse con cada uno de ellos en lo personal, pero también en lo colectivo. Poder identificar sus demandas y lo que requieren para llevar a cabo de una mejor manera sus funciones, lograr la comunicación óptima y una mayor productividad.
La IE implica ser consciente de nuestras emociones y cómo afectan nuestro comportamiento y nuestras decisiones en el trabajo. (Daniel) Goleman, gurú de la IE, identifica a la inteligencia emocional en el trabajo con los siguientes puntos:
Autoconocimiento emocional (conocimiento de nuestras emociones). Cómo influyen para saber cómo y cuándo es un buen momento para tomar decisiones.
Autorregulación o autocontrol. Nos da la posibilidad de reflexionar sobre nuestras emociones y gestionarlas.
Automotivación o enfocar las emociones a objetivos y metas que nos motiven y nos beneficien.
Empatía. Establecer vínculos en las relaciones interpersonales.
Habilidades sociales. Contribuir a nuestro bienestar personal y repercutir en un buen desempeño laboral.
El coeficiente intelectual, de acuerdo a los estudios que ha realizado Goleman, tan sólo representa el 20 por ciento del éxito de una persona. El 80 por ciento restante se debe, sí, a la inteligencia emocional.
No es controlar emociones
Es imposible “controlar” las emociones. Se trata de gestionarlas, conducirlas a un punto productivo. Saber manejar las situaciones en las que emergen emociones que parecen incontrolables para poder tomar las decisiones objetivas y racionales. En pocas palabras, que el destino de las organizaciones y/o empresas, no importa el tamaño de éstas, no dependa de los estados de ánimo de quienes las dirigen.
En el siglo XXI, la IE es una de las habilidades más valoradas, no importa el tipo de industria.
Incapacidad para manejar críticas.
Carecer de ésta, nos lleva a generar:
Elevados niveles de estrés y ansiedad.
Propensión al conflicto.
Reacción exagerada ante errores propios.
Dificultad para expresar emociones y tomar decisiones.
Baja motivación y compromiso.
Ambiente laboral tenso.
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