Por Ramón Salcido
Culpar a los migrantes de los problemas económicos vende bien, pero es una mentira.
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Entre sus variadas tesis, Donald Trump, afirma que Estados Unidos se encuentra en una situación complicada por culpa de los migrantes, pero nada más alejado de la realidad. Si bien el problema de la inmigración ilegal existe, la encrucijada económica de ese paÃs, fue creada los propios norteamericanos. En los años ochenta, bajo el mandato de otro republicano, Ronald Reagan, se puso en marcha una polÃtica pública para que los paÃses comunistas, como China, se ablandaran y a su vez se abrieran a la democracia esta polÃtica consistÃa en llevarles inversiones y negocios, lo que a la postre se les vuelve en contra.
Hay que remitirnos a la tesis de Ronald Reagan sobre llevar inversiones a paÃses comunistas para fomentar su apertura económica y polÃtica, y que era parte de una estrategia más amplia conocida como la polÃtica de "Engagement Económico"; aunque Reagan era conocido por su postura anticomunista y su retórica dura durante la Guerra FrÃa, también utilizó herramientas económicas y diplomáticas para debilitar el comunismo desde adentro, fomentando cambios graduales en los sistemas comunistas mediante la integración económica con Occidente, esta estrategia fue aplicada en diversos grados, incluido el caso de China.
La tesis de Reagan:
Crecimiento económico como arma contra el comunismo. La idea central de Reagan era que las inversiones y el comercio con paÃses comunistas podrÃan crear un entorno donde los principios del libre mercado eventualmente minarÃan la rigidez ideológica del comunismo. Esto se basaba en varios supuestos:
Reagan creÃa que introducir elementos de la economÃa de mercado en paÃses comunistas incentivarÃa reformas internas, ya que los lÃderes comunistas buscarÃan los beneficios económicos de la cooperación con Occidente; estas inversiones también podrÃan fomentar una clase empresarial emergente, que eventualmente podrÃa exigir mayor libertad económica y, con el tiempo, mayor libertad polÃtica.
Reagan pensaba que el contacto con los valores capitalistas, como la competencia, la innovación y la libertad empresariales, socavarÃa los principios centralizados del comunismo y fomentarÃa una transición hacia sistemas más abiertos y democráticos. Al incentivar a algunos paÃses comunistas a participar en la economÃa global, Reagan buscaba dividir y debilitar la cohesión del bloque comunista, particularmente alejando a paÃses como China de la órbita soviética.
El caso de China:
La estrategia de "engagement" con China comenzó antes de Reagan, con la histórica apertura de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y China bajo Richard Nixon en 1972. Sin embargo, Reagan amplió esta polÃtica:
Durante su administración (1981-1989), promovió el comercio y las inversiones en China, con la esperanza de que una China económicamente más fuerte pero integrada en el sistema global se distanciara del comunismo soviético; en la práctica, Reagan buscó mantener una relación pragmática con China, incentivando su apertura económica mientras utilizaba esta relación como un contrapeso estratégico frente a la Unión Soviética.
La apertura económica de China, especialmente tras las reformas de Deng Xiaoping, fue congruente con los objetivos de Reagan. La integración de China en los mercados globales ayudó a debilitar su ortodoxia comunista, al menos en el ámbito económico, sin embargo, la democratización polÃtica que Reagan esperaba no se materializó en China, en cambio, el gobierno chino logró mantener un sistema polÃtico autoritario mientras aprovechaba las ventajas del capitalismo global.
Este contraste entre la apertura económica y el autoritarismo polÃtico en China ha sido objeto de crÃticas y revisiones en las décadas posteriores, ya que algunos consideran que la polÃtica de "engagement" no tuvo éxito en promover cambios democráticos. La tesis de Ronald Reagan de usar las inversiones como una herramienta para combatir el comunismo reflejaba su enfoque multifacético en la Guerra FrÃa: combinar presión militar y retórica anticomunista con incentivos económicos para fomentar cambios internos en los paÃses comunistas;  si bien la estrategia tuvo cierto éxito al debilitar al bloque comunista y fomentar la apertura económica en China, los resultados polÃticos fueron más mixtos, especialmente en casos donde el autoritarismo logró adaptarse al capitalismo.
Las primeras inversiones norteamericanas en China comenzaron a fluir a partir de finales de la década de 1970 y principios de los 1980, tras el inicio de las reformas económicas lideradas por Deng Xiaoping y la mejora de las relaciones diplomáticas entre China y Estados Unidos, a raÃz de ello, China se convirtió en una potencia económica, que ahora le compite de frente a Estados Unidos. ¿Debemos considerar a ese paÃs como malagradecido?
Lo cierto es que la relación entre paÃses no se rige por valores emocionales como la gratitud, sino por intereses estratégicos, más que un acto de "ingratitud", la trayectoria de China refleja una estrategia calculada para maximizar sus propios intereses nacionales, sin embargo, este cambio ha generado tensiones significativas con Estados Unidos, dejando una lección ambivalente sobre la efectividad del "engagement" como herramienta para moldear el comportamiento de otras naciones; para Estados Unidos, esto subraya la importancia de revisar sus enfoques estratégicos frente a rivales emergentes.
A medida que China creció y se fortaleció económicamente, comenzó a adoptar una postura más asertiva en la polÃtica internacional en lugar de alinearse con los principios democráticos y de libre mercado que Washington esperaba que abrazara, Beijing mantuvo su sistema polÃtico autoritario y un modelo económico hÃbrido que desafÃa las reglas tradicionales del comercio internacional.
Actualmente Estados Unidos es desafiado por China, con productos más baratos, subsidiados quizá, pero que ponen en jaque su poder económico. Esto no es culpa de los migrantes, quienes manejan esa tesis, lo hacen de mala fe o de plano mienten, ya que la situación fue creada por las polÃticas públicas de ellos mismos, de un republicano, de hecho.